quarta-feira, 1 de junho de 2011

ELECCIONES PERUANAS: LA APUESTA DE LA IZQUIERDA


Por: Manuel Guerra

El próximo domingo 5 de junio el país optará entre una opción, la de Keiko Fujimori, que representa al lado más podrido y autoritario de la política peruana, o la que enarbola Ollanta Humala, con quién podemos discrepar los términos de su actual propuesta programática, pero que en la situación concreta representa la única alternativa para evitar que la mafia que se ensañó con el Perú en los 90 retorne como si nada hubiera pasado.

Preocupa que cerca de la mitad de la población respalde la candidatura de Keiko Fujimori. Podemos echar mano a diversos factores para explicar esto, como por ejemplo la campaña del miedo que ha puesto en marcha la derecha cavernaria a través de los grandes medios de comunicación, el asistencialismo que en combinación con los sicisocoales causaron estragos en la mente de los más necesitados, la crisis de los partidos políticos, el pragmatismo impuesto por el neoliberalismo, la destrucción del tejido social que dio paso al individualismo más pernicioso, los flancos vulnerables de Ollanta Humala. Lo cierto es que tenemos a grandes segmentos de la población, en especial de los sectores populares, presas de un gran atraso político, susceptibles de ser engañados, manipulados y usados para respaldar políticas que atentan contra sus propios intereses de clase. De mantenerse esta situación, ningún cambio de fondo será posible en el país.

En la situación descrita los izquierdistas tenemos una deuda con el pueblo peruano. Colocada a la defensiva luego del derrumbe de Izquierda Unida, el colapso de la Unión Soviética, y la utilización macartista que hizo la derecha del senderismo, la izquierda perdió terreno en lo que representaba su escenario natural de influencia: los sectores populares, espacio que fue copado por un pensamiento conservador a través del asistencialismo y la manipulación ideológica. Abonaron en ello las dificultades, y en muchos casos fracasos evidentes, de la gestión de la izquierda en los espacios de gobierno.

Tenemos en el presente a un modelo neoliberal fracasado, pero cuyos representantes frente a las debilidades descritas se dan el lujo de imponerle su programa al candidato de la oposición. Las dificultades estriban, por un lado, en que el nacionalismo, tanto por su concepción teórica, como por sus debilidades orgánicas, no está en condiciones de confrontar con la derecha, ni representar una alternativa integral al modelo que lleva a cabo. La “concertación” en que está empeñado hoy en día el candidato nacionalista no es más que la concesión programática al gusto de la derecha liberal. No debemos por tanto ilusionarnos que la situación vaya a cambiar drásticamente con un eventual gobierno de Gana Perú, en otras palabras: la contradicción entre continuismo neoliberal y cambio democrático y patriótico continuará irresuelta y marcando el escenario político de los próximos años.

Pero por otro lado tenemos un frente izquierdista seriamente debilitado, en el que gran parte de los partidos que conformaron Izquierda Unida han desaparecido o están en proceso de extinción, muchos de ellos reducidos a membretes sin mayor representatividad. En el presente proceso electoral la izquierda no ha podido perfilar una candidatura y un espacio propio, y los esfuerzos unitarios que se evidenciaron en los últimos años, han zozobrado a causa del pragmatismo electorero y la estrechez de miras que terminó por imponerse en algunos sectores.

Si a ello le sumamos las debilidades que acusa el movimiento popular, cuya fragmentación no ha sido superada, debemos concluir que la derecha aun cuenta con ventajas que sin duda aprovecha y aprovechará en su beneficio.

La situación se presenta complicada, pero no es que no se pueda modificar, y por tanto no hay que caer en el pesimismo. Sin duda existen condiciones para la recuperación de la izquierda, es solo desde la izquierda y su horizonte socialista que se puede levantar una verdadera alternativa a los grandes problemas del país. Pero esto no se consigue en automático, hay que abordar la política desde la visión de la estrategia, demostrar que hemos aprendido de los errores y lecciones del pasado, que sabemos ser alternativa en los diversos niveles de gestión de gobierno, que encarnamos una nueva cultura política, que sabemos reconstruir la unidad política y social desde las bases, que tenemos capacidad para posicionar nuevos liderazgos, que recuperando nuestras mejores tradiciones tenemos la voluntad de volcarnos a los sectores populares y disputar la hegemonía ideológica, política y cultural a la derecha.

En las elecciones actuales la izquierda sin duda respaldará sin mezquindades a la candidatura de Ollanta Humala, pero debe hacerlo con independencia, sin perder su perfil, sin diluir sus planteamientos ni arriar sus banderas.